Desde hace varios meses os venimos contando en este blog muchos de los síntomas y consecuencias del Síndrome de Diógenes. Desde la obvia acumulación de objetos que es el indicativo más conocido, hasta las derivaciones físicas que se desarrollan debido a este trastorno. Hoy, siguiendo esta línea, os queremos hablar algo más de la cerrazón en la que se ve inmerso el afectado que sufre el síndrome. Por cerrazón entendemos esa tendencia a no querer siquiera escuchar lo que los demás nos tienen que decir. Nosotros estamos convencidos de una causa y no nos sirve nada que pretenda rebatirla. Esto, que es común, y ocurre en el día a día cuando hablamos de cualquier tema, adquiere una dimensión peligrosa cuando se trata del Síndrome de Diógenes. El paciente de afectado está convencido de que lo que hace, lo hace por una razón completamente lícita, justificada y real. Cuando los familiares o profesionales que tratan de ayudarle intentan hacerle ver que, en realidad, esa tendencia al pensamiento paranoico no tiene base fundamentada, se vuelve aún más antisocial. Este es uno de los síntomas más preocupantes del Síndrome de Diógenes, ya que perjudica en un grado grave el acceso al afectado para tratar de ayudarle a superar el trastorno. Esa por eso que cuando tenemos un familiar en esta situación, no basta sólo con sanear su vivienda y tratar de que recupere el ritmo de higiene que necesita, sino que debemos acudir a un profesional que, con mucho trabajo y esfuerzo, le ayude a olvidar esas ideas negativas de que una tragedia está por llegar -razón por la que justifica la acumulación y el resto de su conducta- y empujarle hacia el lado positivo, olvidando la cerrazón. Haga click para configurar HTML personalizado Los comentarios están cerrados.
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